¿Estoy cometiendo errores? ¿Qué hago mal? ¿Por qué no alcanzo las metas fijadas? ¿Voy por el buen camino? ¿Cómo evito meterme en charcos? ¿Y si cambio de meta durante el camino? … Infinitas preguntas aparecen cuando te embarcas en el mundo del emprendimiento y, en la vida en general.
De la misma manera que conviene saber qué tenemos que hacer, también interesa saber qué es lo que NO deberíamos hacer. La combinación de las dos informaciones es lo que nos dará muchas posibilidades de tener éxito. Son tantos los errores que podemos cometer y llevarnos al abandono...que son mejor no pasarlos por alto. He realizado este listado de aquellos que considero más importantes y que con mayor frecuencia se repiten.
1. Objetivo mal definido. Es obvio que hay que concretar un objetivo al emprender, pero muchos autónomos, emprendedores o profesionales en general no tienen una planificación de dónde quieren llegar y que quieren conseguir. Esta planificación debe ser medible, para saber en cuanto tiempo se quiere alcanzar y realista, sabiendo con qué medios contamos para hacerlo.
El propósito por el cual hacemos las cosas es lo que nos motiva a levantarnos todos los días para seguir, para mejorar, para crecer, así que ya estás buscando tu para qué porque es la chispa que cuando estés flojo de ánimo o desmoralizado en esos días en que se te pasa por la cabeza tirar la toalla, te dará energía para perseverar, porque nunca sabes si el día después de dejarlo es ese día en que las cosas cambiaran y darán un giro a tu negocio para llevarlo donde quieres estar.
Trázate tu propio mapa u hoja de ruta y trata de ir superando etapas, sin prisa pero sin pausa.
2. Pensar que con una idea o ilusión es suficiente. No te voy a negar que la idea tiene que existir, y que grandes dosis de ilusión son necesarias para poder seguir nuestro proyecto, porque durante la travesía habrá baches que superar y puentes que atravesar. Pero aunque eso nos ayude no es suficiente. Todos los días hay emprendedores con muy buenas ideas, con mucho ímpetu y energía que tiene que abandonar su empresa por una mala gestión o falta de planificación o por no tener en cuenta aspectos igual de importantes.
3. No tener en cuenta nuestro lado interno y emocional. Cada vez se le da más importancia a la gestión emocional, afortunadamente, y se aplica en todos los ámbitos de nuestra vida. Al fin y al cabo no somos máquinas ni robot. Las empresas son personas que sirven a personas, así que descuidar esa parte es uno de os peores errores.
Recibes formación para estar lo mejor preparado posible, contratas profesionales que te ayuden, pero de pronto…chocas con una de tus creencias que te dice: ¿¡dónde vas?!. . .¡si tú no puedes! Tus miedos te paralizan, te sabotean constantemente tus pensamientos, tus hábitos no te permiten actuar como deberías. . .Tu lado oscuro te ataca y en lo más profundo de ti hay algo que tienes que solucionar.
No lo dudes, busca ayuda. Un coach, un consultor…busca a alguien que te ayude a desbloquear lo que te limita para que no te impida actuar. O seguirás buscando, aprendiendo y queriendo hacer. . .sin conseguir lo que de verdad deseas.
4. No creer en tus habilidades. La mayoría de las personas se infravalora constantemente porque les falta confianza y fe en sí mismos. Pero si tú no te crees que vales, ¿quién lo va a hacer? Puedes creer que puedes o puedes creer lo contrario, aunque no tengas garantías de éxito en el primer caso, te aseguro que en el segundo no tienes ninguna posibilidad.
Descubre cuáles son tus habilidades y poténcialas para que no te limiten. Realízate tu propio DAFO.
5. Creer que ya me he formado suficientemente y no hace falta invertir más. A veces nos preocupamos más de tener una ubicación, una estructura, un local, un mobiliario y otros aspectos físicos que de invertir en nosotros. Creemos que si ya nos hemos formado, ya no hace falta hacer nada más, eso ya dura eternamente.
Tenemos que interiorizar que siempre habrá algo en qué mejorar, algo que aprender y algo que aplicar a nuestra vida o a nuestro negocio. Todo lo que invirtamos en nosotros, nadie nos lo puede arrebatar, así que invierte en tu crecimiento antes que en todo lo demás.
6. No ser flexibles y no tener capacidad de adaptarse. Los cambios se suceden constantemente, la vida es puro cambio. Así que por mucha planificación que hayamos hecho, podemos encontrar durante el camino piedras que tengamos que sacar, saltar, rodear. . . lo que sea para no frenar. Nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios y ser flexibles nos permitirá generar opciones que pueden ser incluso mejores que los planes iniciales, así que hay que practicar la creatividad para que en cualquier momento podamos pasar al plan B. La adaptación a nuevas situaciones nos equilibrará y nos permitirá seguir con nuestro objetivo.
7. Creer que puedes hacerlo todo tú y no pedir ayuda. Los autónomos tienen esa tendencia muy desarrollada. Quizás por una cuestión de escasos recursos que invertir, aunque luego nos cuesta el doble deshacer lo hecho o volver a hacerlo, o puede ser porque pensemos que estamos solos, que si pido ayuda es que no soy capaz o que nadie me lo hará tan bien como yo. En cualquier caso te diré, que no estás solo, que pedir ayuda no significa no ser capaz, sino tener el coraje y la responsabilidad de querer hacerlo y hacerlo bien y que tenemos que aprender a delegar, aunque no lo hagan como nosotros porque seremos mucho más efectivos y eficaces.
8. Define tu cliente ideal. Creen muchos emprendedores que sus productos y servicios son para todo el mundo, que todos son nuestro público y está más que demostrado que no es así. La especialización en un nicho de mercado concreto eleva exponencialmente las posibilidades de éxito. Puedes enfocar mejor tus esfuerzos, tu comunicación y la promoción de tu empresa a la vez que creas una marca personal que atraiga a tus clientes de manera mucho más efectiva.
9. Compromiso. Cuando no nos comprometemos con nosotros mismos en alcanzar lo que nos hemos propuesto es muy difícil que lleguemos a alcanzarlo. El compromiso requiere constancia, perseverancia y hacerte la promesa de que harás lo que tengas que hacer para conseguir tus metas. No empieces tu negocio si no estás comprometido porque cuando uno toma la firme decisión de hacerlo, no hay viento que le tumbe, tienes una responsabilidad contigo mismo y hay que cumplirla. Tiene que ser tu prioridad.
10. Procrastinar, no actuar. Podemos posponer ciertas tareas o acciones por falta de tiempo, por imprevistos o por urgencias, pero cuando se suceden es que algo ocurre. Puede ser malos hábitos, que nos estemos saboteando inconscientemente o que esconda alguna emoción o creencia mal gestionada y que necesita nuestra atención. Tenemos que poner atención en esos comportamientos porque tendemos a justificarlos, pero en el fondo sabemos cuándo están ocurriendo.
11. Abandonar ante cualquier obstáculo. La tasa de abandono en el emprendimiento es muy alta, sea por falta de recursos, por una mala planificación (ambas van de la mano) o porque hemos perdido la motivación.
Nos saturamos, nos bloqueamos, no vemos salida y acabamos abandonando. Pregúntate cómo puedes cambiar esa situación, genera opciones, gestiona tus emociones, tus miedos y sube tu ánimo. ¿Te imaginas que justo un poquito más y recibes esa llamada, ese correo, esa colaboración que significa el lanzamiento de tu empresa al estrellato? No sabes cuándo va a suceder, pero si desistes, es seguro que ya no va a pasar.
Cuando veas que no puedes más, que emprender se hace duro y difícil, que el sueño llega de madrugada, que el día a día se hace pesado y requiere hasta el último aliento, piensa en el motivo por el cual empezaste esta aventura y lo que ya sabías que suponía todo. Convierte los problemas en soluciones y pasa por encima o por debajo o simplemente bordea las adversidades.
No hay comentarios :
Publicar un comentario