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sábado, 6 de septiembre de 2014

Cambiando los ¿Por qué? por los ¿Por qué no?

¿Cuántas horas nos hemos pasado dándole vueltas a varias posibilidades? ¿Cuántas noches hemos pasado en vela por el miedo a elegir mal? ¿Es inteligente pensar tanto, o debemos dejarnos llevar más por la intuición? ¿Debemos pedir consejo a nuestra pareja, amigos, familiares? Uuuuuffff que complicado.



Este periodo que nos ha tocado vivir y al que nos enfrentamos está generando una coyuntura cada vez más deplorable (desempleo, desahucios, recortes en sectores primordiales, y un larga lista que todos conoceréis). Esta situación está provocando cambios constantes en nuestras vidas, donde la mayoría de las personas permanecen inmóviles ante el vendaval y, mientras una minoría, aprovechan el soplo para llegar a su objetivo, replanteándose nuevas maneras de hacer las cosas, quizás no mejor, pero si diferente.

Los cambios son complejos, nos medimos ante un nuevo escenario donde la incertidumbre y el miedo a errar suele liderar en nuestra conducta (cambio de empleo, de ciudad, de hábitos de vida, de escuela, etc.) Para muchos estas circunstancias son sinónimo de motivación ante un nuevo reto, mientras que para otros, las connotaciones son algo más pesimistas, un infierno que afrontar con cada cambio.

¿Cómo podemos dar un giro a esa actitud tan reacia al cambio?

En primer lugar hay que trabajar en un cambio de paradigma y hacernos las preguntas correctas, cambiar los ¿por qué? por los ¿Por qué no? Debemos analizar los frentes que se nos presentan como puentes hacia nuevas oportunidades y no como murallas destinadas al fracaso. Esta nueva percepción se consigue confiando en uno mismo, dando por sentado nuestro compromiso a dar el máximo en ese cambio y con seguridad a la hora de tomar la decisión. La actitud será determinadora para triunfar en el cambio.

Todos sabemos que los pensamientos positivos y optimistas mejoran nuestra capacidad de razonar, mientras que los negativos nos bloquean emocionalmente, por lo que, si nos dejamos persuadir por los argumentos del entorno que están gobernados por el miedo, nunca tendremos criterio propio para elegir la opción que más nos motive.

Es aconsejable tomar la decisión uno mismo. Aunque es inteligente pedir opinión para obtener diferentes perspectivas, muchas personas verán inviable tu decisión y en muchas ocasiones te aconsejarán lo mejor para ellos y no para tus intereses. Es importante saber elegir y asumir las equivocaciones. Sobre ellas aprendemos y la reflexión posterior nos ayuda a tomar mejores decisiones más adelante.

La situación actual está generando que mucha gente se ahogue y vea un futuro negro. Los datos son aplastantes y es fácil perder la ilusión, pero existe el cambio y va de la mano de tomar decisiones complicadas, tarde o temprano llegan, y sólo con valentía podremos tener capacidad de afrontarlas. Está claro que si seguimos haciendo lo mismo, los resultados serán iguales a los obtenidos hasta ahora. Es el momento de empezar a moverse.

Recuerda, para bien o para mal, es tu decisión. Se el escultor de tus proyectos de vida y no dejes que otros los esculpen por ti.


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